sábado, 4 de septiembre de 2010

Un héroe muy discreto

"NADIE que conociera en el pueblo ficticio de Maycomb al abogado Atticus Finch habría dicho que fuese un hombre convencido de que «haber perdido una batalla cien años antes de empezar no es motivo suficiente para no intentar vencer».

Nadie que se cruzara por la calle con él habría imaginado que ese hombre discretamente bien vestido estuviera dispuesto a partirse el alma por defender aquello que consideraba justo, aun a riesgo de ganarse las críticas, el odio y las amenazas de sus vecinos.

Nadie que lo viera caminar sin prisa hacia el antiguo edificio del juzgado habría pensado que tuviera la insobornable valentía de rebelarse contra el infierno en que las gentes blancas del sur de Estados Unidos hundían a las negras «sin pensar en que estas también son personas», un infierno sancionado por el tiempo, tan rígido y severo que todo el que lo despreciaba podía ser marcado como leproso y apartado para siempre de la buena sociedad".

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