jueves, 25 de noviembre de 2010

Cambiar el modo de ser

El Catedrático de sociología de la Universidad Complutense, Víctor Pérez-Díaz, hace en El País una radiografía del déficit cultural de los españoles y propone como alternativa, más que por valiente por pura supervivencia, cambiar el propio modo de ser. Algo que parece complicado si se tiene en cuenta la actitud de los más jóvenes para afrontar el futuro que refleja el Informe Jóvenes Españoles 2010 publicado por la Fundación SM:

"En condiciones normales, las gentes tienden a seleccionar los papeles sociales más adecuados para sus talentos y gravitan hacia aquel medio que recompensa sus inclinaciones. Cuando se encuentran en un medio desfavorable, la solución más simple es escaparse de él. Otra solución es dedicar una parte de su energía a defenderse del medio y otra, a tranformarlo. Esta es una apuesta ingrata y arriesgada, pero puede ser inevitable cuando ese medio corre el peligro de autodestruirse.

La España de hoy no facilita el desarrollo de los talentos de mucha gente, por ejemplo, de los parados, los jóvenes aparcados en trabajos de poca calidad o los mayores arrinconados antes de tiempo. Con viento favorable parece que todo va bien, pero una crisis como la actual, desvela la realidad de un país que no innova lo suficiente, cuyo tejido empresarial es frágil, cuyos políticos se bloquean o se pierden en peleas internas, cuyos medios de comunicación producen demasiado ruido y cuyas gentes confían poco unas en otras".

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La vida privada de los políticos

El director de la Fundación March, Javier Gomá, hace una interesante reflexión en este artículo publicado en el periódico argentino La Nación. Obsesionados como están los políticos por tener una buena imagen pública olvidan que donde de verdad marcan la diferencia es en su vida privada:

"Lo único verdaderamente importante de los políticos es su vida privada. En este artículo, trataré de argumentar brevemente esta afirmación.

Los políticos gobiernan la sociedad que los elige de dos maneras: la primera, aprobando las leyes que rigen el funcionamiento de la comunidad; la segunda, siendo fuente de costumbres cívicas mediante su conducta y ejemplo. Las leyes que aprueban son normas coactivas que llevan aparejadas sanciones en caso de incumplimiento; las costumbres, en cambio, mueven a los ciudadanos de un modo insensible, pero muy eficaz, sin necesidad de amenazas o castigos. Me atrevería a decir que esta segunda forma de gobernar puede llegar a ser más profunda y duradera que la primera".